viernes, 26 de agosto de 2011

Open the Gates and let the Rivers flow

Hay 31 equipos y 31 directores generales en la NFL que a día de  hoy todavía deben de tener pesadillas y preguntarse día sí, día también, por qué no se adelantaron en darle una oportunidad a aquel chico de 1,93 de altura, que había destacado jugando al baloncesto durante su etapa en la universidad de Kent State –promedió unas estadísticas de 20,6 puntos, 8,1 rebotes y 2,7 asistencias por partido durante su temporada senyor–, pero que debido a que los scouts de la NBA consideraron que su físico no se adaptaba a ninguna posición en concreto del campo, decidía en el año 2003 jugársela y optar por probar fortuna en un deporte al que sólo había jugado un año en toda su vida en el Central High School de Detroit.

Su vida
La vida de Antonio Gates es sin duda motivo de película –y no se extrañen si en un par de años nos encontramos con un largometraje al estilo de The Blind Side basada en el mejor undrafted free agent de la historia de la NFL–. Antonio nació en Detroit, una de las ciudades más peligrosas en todos los EE.UU., en donde la violencia y la delincuencia es tónica predominante y en la cuál Antonio, según reconoció en años posteriores, no frecuentaba las mejores compañías. La ayuda de sus padres Antonio Gates padre y Mattie, al que el TE considera sus heroes, fue clave en su lucha particular para no caer en una vida de delincuencia similar a la que muchos de sus ex vecinos y compañeros de escuela acabaron llevando. El deporte, en especial el baloncesto fue el motor de su vida y de dónde Antonio sacaba fuerzas para labrarse un futuro.

Obviamente no es muy normal encontrar gente con una estatura, velocidad y talento similar al que el ahora TE de los Chargers poseía durante su infancia. Es por ello por lo que Gates consiguió durante estos años diferentes reconocimientos que darían lugar a la futura beca que le alejaría de Detroit. Durante sus últimos años en el high school, Antonio recibió honores como jugador del primer equipo del estado tanto en baloncesto como en football. 



Este éxito de adolescente permitió a Antonio ingresar en la Michigan State University, donde podría seguir jugando al baloncesto y football. A pesar de ello, y debido a que su entrenador del equipo de football –el cual quería reconvertirlo en DE– quería que únicamente jugara al football, Antonio pediría el traslado a la universidad de Eastern Michigan, donde podría jugar a su deporte favorito, el baloncesto. En Eastern Michican Gates sólo jugaría media temporada ya que nuevamente se trasladaría a otra universidad, esta vez a Kent State, dónde, el por aquel entonces escolta, conseguiría un éxito espectacular jugando al baloncesto y por el cuál, tiene retirado su dorsal número 44.



Nunca te rindas
Después de ser despreciado por los ojeadores de los diferentes equipos de la NBA, Antonio Gates tenía claro que su vida era el deporte, y que si no había suerte en el mundo del baloncesto habría que probar fortuna en aquel deporte que había practicado en su temporada de senyor en el high school. Gates iba a tener 19 ofertas de diferentes equipos que querían contar con él para un entrenamiento privado. Quizás los más insistentes o quizás por simple suerte, los Chargers fueron los primeros en organizar esa prueba en la que Gates demostraría que tenía algo especial. Los Chargers le firmaban como undrafted free agent, y le daban la oportunidad de formar parte de la plantilla de un equipo que por aquel entonces estaba en reconstrucción. Gates no necesitaba tiempo en la practice squad, estaba preparado para jugar con los mayores.

Su primera temporada iba a empezar a demostrar el por qué de la apuesta de los californianos, consiguiendo 389 yardas en 24 recepciones, números nada despreciables para un novato. Pero no sería hasta la temporada 2004 cuando Antonio Gates terminaría realmente de explotar. El TE, gracias a su conexión con Drew Brees, conseguiría 964 yardas en 81 recepciones y 13 TD, cifras impresionantes para su posición –acostumbrados en esos momentos de jugadores más bloqueadores que receptores, a excepción del por aquel entonces Chief Tony González–. No en vano el 19 de diciembre contra los Cleveland Browns empataría el record histórico de TD para un TE en una sóla temporada. Cifras impresionantes para un jugador de segundo año que sólo había jugado 2 temporadas completas al fútbol americano en toda su vida. Como luego se demostró el cielo era el límite para aquel chico de Detroit.



El resto de la historia es lo que conocemos hasta la fecha, 7.005 yardas de pase, 69 TD, siete selecciones consecutivas en la Pro Bowl y nombrado entre los mejores jugadores de la historia de los Bolts por los propios Chargers en el 50 aniversario de la franquicia, le sitúan como uno de los mejores TE de la historia de la NFL, si no el mejor, y un jugador que dentro de unos años será recordado por muchos de nosotros como un auténtico jugadorazo con una historia peculiar en sus espaldas.

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